viernes, 12 de febrero de 2010

Mi impresión sobre este asunto...


Felix Farias

Chávez ha resultado ser un fenómeno político y electoral del país. En otras épocas, a escasos dos o tres años de gobierno cualquier mandatario buscaba cómo mantener la caída libre de una popularidad que oscilaba entre 20% a 30%, cuando la suerte lo acompañaba.
Muchos resultan ser los análisis rápidos que hacemos al respecto: que ha sido beneficiado con altos precios petroleros; que ha inyectado gran cantidad de recursos públicos a la economía; que apoderado de todos los poderes, ha destruido la capacidad de reacción de las instituciones del Estado; que las misiones han generado una falsa percepción de bienestar en la población; que ha logrado evadir la responsabilidad sobre los graves problemas del país señalando a otros; que cuenta con un CNE que le es leal, parcializado y obediente; que ha generado una lucha artificial con EEUU y Colombia para mantener cohesión en sus filas; que no existe suficiente cohesión en las filas de la oposición; que ha cerrado y generado autocensura en los medios de comunicación, y pare de contar. Quizá cada argumento, tenga tras de sí algo de real, pero denota una profundo apresuramiento cuando menos, de quienes nos oponemos a este proyecto político.
Veamos lo siguiente y volvamos al tema. Es una realidad afirmar que la popularidad del Presidente de la República ha venido descendiendo durante estos 11 largos años. En 1.998 e inicios de 1.999, el Presidente Chávez contaba con una popularidad de 80% aproximadamente; y hoy, encuestas más o encuestas menos lo ubican alrededor de 46% de aceptación. Pero esa línea descendente, no ha tenido una curva constante a la baja; muy por el contrario, se ha visto afectada por una serie de fenómenos que le han permitido salir a flote en momentos importantes. Entonces; ¿qué fenómenos explican que el Presidente Chávez logre superar la evaluación negativa de los años 2002 y 2003 (alrededor de 40% de aceptación) y poder remontar nuevamente el umbral del 50% para el año 2004 y 2005?; ¿cómo se explica que luego de una breve caída en el año 2007 del 46% aproximadamente (momento del referéndum) vuelva a crecer por encima del 55% para principios de 2008?, ¿cómo puede tener ese poder de recuperación, además tan violento?
Algo hay de común a todos estos eventos señalados, que dibujan el zigzagueo en la caída del Presidente Chávez: Elecciones. En cada ascenso del Presidente Chávez en su popularidad sobreviene una elección, lo que explica de entrada la capacidad que tiene para sobreponerse a la adversidad de los hechos del momento, y levantar un discurso-acción que permite unificar a su electorado. Detallemos un poco ese fenómeno, quizá no desde la perspectiva de los eventos externos que se pudieron generar; sino, desde la perspectiva de los que acontece en la gente.
Si preguntamos a la gente sobre los problemas del país, quizá obtengamos respuestas un poco conocidas por todos (números más o números menos): inseguridad 53%, economía 30%, desempleo 25%, servicios públicos 19%, vivienda 18%, corrupción 12%, etc. Con esa información medio acabada e imprecisa nuestra oposición construye política y discurso de manera errática, y desbocados medios de comunicación machacan a toda hora el tema de la inseguridad. No es que no sea un tema importante; pero, si sobre esos mismos números preguntamos, ¿cuánto se siente usted afectado por ello?, allí los datos cambian drásticamente. La inseguridad pasa de 53% a 27% (26 puntos menos); mientras que en los otros factores de medición, la tendencia es a mantenerse casi iguales con apenas dos a tres puntos por debajo.
Entonces, si vemos con más detalle este asunto de la percepción país y la percepción de sí mismo sobre la inseguridad, nos encontraremos con la siguiente ecuación: la inseguridad es un fenómeno que se percibe como problema muy grande cuando se evalúa la percepción del país; pero, al preguntarle si será afectado por la misma, dicha respuesta evidencia una reacción de defensa y no lo sitúa en el mismo nivel. Por otro lado, la situación dramática y cierta de la inseguridad, suele asociarse a una responsabilidad compartida, por lo que asumen que hay cosas por hacer en dicha materia, desde el Gobierno Nacional, Regional y Municipal. Además, sobre el problema de la inseguridad la gente termina convencida que a nivel individual, puede hacer cosas que le permitan esquivarla: rejas, garitas de seguridad, deja de salir a ciertos sitios y en ciertas horas, etc.
Ahora, sobre fenómenos como: economía, inflación, empleo y vivienda, queda más limpio el campo de la responsabilidad del gobierno nacional y del Presidente en particular (aunque pueda incriminar a ministros y demás funcionarios), y la gente cree tener menos capacidad para influenciar cualquier cambio positivo por sí mismo. Pero más adelante veremos que estos elementos han sido poco trabajados en la agenda opositora y cuando son abordados, parecieran hacerse como meras referencias informativas; es decir, más como opinadores políticos, que como actores sociales.
El caso de los servicios públicos, es un dato novedoso la importancia que ha cobrado en las últimas mediciones. Es obvio suponer que su repunte, esté íntimamente relacionado con la actual crisis del sector eléctrico y del agua en todo el país. No obstante, en menester destacar que, existen una amplia variedad de servicios públicos prestados por los distintos gobiernos (nacional, regional y municipal), que son del interés del pueblo. Queda ver si existe claridad suficiente para que demarquen la esfera de responsabilidad de cada quien. Algunas observaciones al respecto, advierten de esta confusión y podrían bien beneficiar o perjudicar el accionar de algunos gobiernos regionales y municipales de la oposición, por tal duda.
La corrupción es otro asunto que ocupa buena parte de la matriz opositora. Si bien es cierto, en el pasado la corrupción tuvo un poder mortal en la percepción sobre los presidentes, en la actualidad no pareciera ser así, a pesar de existir casos patentes y notorios de desvíos del tesoro público nacional. La explicación de tal fenómeno, quizá la consigamos en la liquidez de dinero que hay en la calle, lo cual genera la percepción que la corrupción no le afecta directamente, más allá del ámbito de la moralidad. Es así, como volvemos sobre el dilema de lo que afecta al país, no afecta directamente al individuo y su percepción.
Toca aún ver la historia no escrita de los bancos intervenidos, aunque ya se adelanta buena parte de un guión aparentemente ya escrito: El Presidente Chávez, haciendo de adalid anticorrupción de lo que era un secreto a voces desde hace años, y algunos voceros intermedios y testaferros sacados de sus cargos. Falta saber, si será capaz de resistir la embestida de un hecho que evidencia la podredumbre del sistema. Lo que no está escrito, es la crisis financiera y la insolvencia de pagos que esta crisis generará.
Pero veamos otro elemento importante de este análisis, que no puede ser dejado de lado y que quizá cierra el círculo planteado. Si bien, los elementos de la crisis del país son ciertos y denotan un deterioro progresivo del gobierno, aún el pueblo tiene poca capacidad de asociarlo directamente con el accionar y figura del presidente. Pero, intentemos analizar el elemento que puede resultar crucial de esta relación: los no alineados.
Llamados por mucho tiempo ni-ni, indecisos, no alineados, independientes, indiferentes; este sector importante de la población ha sido decisivo en los resultados positivos del gobierno. Cualquiera de sus dos comportamientos hasta ahora conocidos: votar a favor del gobierno o abstenerse, han dado victorias importantes al Presidente Chávez en sus distintas confrontaciones electorales.
Pero, ¿por qué este sector de la población suele comportarse así en estas coyunturas? Los datos de las encuestas son reveladoras de ciertas realidades que a veces pasamos por alto, de realidades que muchas veces creemos secundarias, pero que definen al final de cuentas, el comportamiento cotidiano y la acción de cada uno de nosotros.
Los distintos vaivenes en la popularidad del presidente antes descritos, han estado signados por el siguiente valor: las personas que suelen oponerse al mandato del Presidente Chávez suelen tener una visión negativa del país a futuro; y tanto quienes lo apoyan abiertamente, como los “no alineados” suelen tener una visión positiva del país. ¿Qué ha pasado entonces en los momentos de baja del Presidente Chávez?, ha pasado que los “no alineados” se mantienen al margen (se abstienen), o que el Presidente Chávez ha tenido la fortaleza para reanimarlos, aunque siempre con cierta merma.
Lo importante de este planteamiento, es que buena parte de la población “no alineada” comulga con la prédica de suponer que en el futuro se ve mejor que ahora -tanto él, como el país. Este planteamiento, quizá termine siendo la diferencia, pues supone que éste sector importante de la población, mantiene la creencia de un liderazgo propositivo que le habla al país. Es decir, mientras la mayoría del liderazgo opositor centra lo medular de su discurso en la crítica al Presidente Chávez, éste reacciona siempre proponiendo modelos, misiones, programas, ofertas electorales; en fin de cuentas, formas de acercamiento con la gente. Esto podría resultar un poco incómodo de aceptar de entrada, pero resulta fundamental entender, pues a pesar de compartir que el Presidente Chávez es el iniciador de la confrontación, luego se desmarca. Al atacar duro y frontal a la oposición con miles de calificativos, los deja en el terreno que él les ha previsto: en el terreno de la descalificación y los epítetos de cualquier tipo. Allí la oposición es débil, pues poco propone al país, poco logra nuclear asertivamente. Para el Presidente Chávez, es fundamental que se mantengan allí y lanza todos los peines posibles para que caigan.
Ahora bien, con relación a la evaluación del gobierno del Presidente Chávez, no nos equivoquemos. Podemos objetar desde las políticas públicas la viabilidad de tales acciones; podemos también estar convencidos en la ineficiencia e ineficacia de su aplicación; empero, para el imaginario del venezolano, es hasta ahora quien le habla al país desde la propuesta concreta, mientras que desde los sectores de la oposición sólo se dibujan las críticas sin contraargumentos propositivos. Parece irónico lo argumentado, pero no está demás que nos detengamos en esa reflexión, pues es el juego del Presidente Chávez en plena acción.
Veamos ejemplos que logren evidenciar lo descrito: sobre las misiones en salud, jamás hemos escuchado la propuesta del modelo de salud de los sectores de la oposición, más allá de argumentar la necesidad de emplear personal venezolano; sobre el abastecimiento de alimentos (mercal y pdval), no existe ninguna propuesta alternativa para entregar alimentos a precios regulados o subsidiados al pueblo; más allá a las críticas a la LOE aún estamos esperando el texto alternativo que presentarían los sectores de la oposición; mientras la inseguridad nos devora, el Presidente Chávez arranca el proyecto de Policía Nacional y la oposición sólo crítica la politización del mismo. En estas comparaciones podríamos extendernos al extremo, y en cada caso conseguiremos elementos que le son comunes: el discurso negativo y escasez de propuestas de la oposición venezolana.
Quiero advertir al lector de lo siguiente: convencido estoy que existen a nivel local, municipal y regional, ejemplos que hablan de lo contrario, y que dan luces de un liderazgo renovado que se levanta. Pero hasta ahora son eso: ejemplos pequeños, poco conocidos, de reducido margen de acción y sin nivel de articulación, que permitan convertirse en vitrina para el colectivo país. Hasta ahora en la oposición va ganando, el discurso estridente, negador, oposicionista a rajatabla, sin matices, casi irreflexivo, del que si dices A yo digo B, que poco propone y cuando lo hace saca su pensamiento más agotado; en pocas palabras, en la oposición venezolana hasta ahora llevan la delantera las posiciones más liberales y muchas caras del pasado.
¿Cómo levantamos un planteamiento que rompa con esto? Veamos estos comportamientos deteniéndonos un poco en la historia. Podríamos afirmar que, el pueblo venezolano, ha ejercido el voto como expresión de esperanza y muy pocas veces como castigo. Cuando este último se expresa, ha logrado encontrar en algún liderazgo la fuerza suficiente para materializar su aspiración y esperanza. Esa es una clave que hay que entender; pues, en buena medida es la síntesis de nuestra situación.
El presidente Chávez, resumió en su momento la esperanza de cambio de la mayoría del pueblo, de miles de personas olvidadas y excluidas por tantos años de gobiernos adecos-copeyanos. Algo parecido intentó el pueblo al votar por Rafael Caldera y Andrés Velázquez, o al votar por CAP II. Es decir, podemos advertir desde hace muchos años la búsqueda de una opción que les garantizara sus aspiraciones. Al final de cuentas siempre ha sido así, y cuando el castigo del elector no se ve resumido en alguien que pueda representar esa aspiración se convierte en abstención y descreimiento, pero casi nunca en voto. Esto resulta fundamental para entender, por qué el Presidente Chávez sigue ganando elecciones, pues lo hará hasta tanto no se logre consolidar un nuevo liderazgo y un proyecto político que resuma esa aspiración y llegue a la cabeza y al corazón de la gente.
El pueblo poco se mueve en la incertidumbre. Ante el Presidente Chávez y algo medianamente borroso, votará por Chávez. Esto marca entonces el desarrollo de una estrategia, menos marcada por la agenda mediática y más aderezada por elementos propios de la dinámica social-individual. Es decir, una estrategia política que se comprometa efectivamente con aquello que es importante para la gente: la lucha por sus padecimientos cotidianos, que los resignifique como pueblo y llene de contenidos sus demandas y anhelos.
Se trata de levantar una propuesta que le hable e incluya a los “no alineados” y chavistas; pues sólo así se podrá construir una alternativa de cambio en el país. Pero, ¿qué quiere decir esto muchas veces escuchado, pero pocas veces debatido? Se refiere, a desde dónde se construye el discurso, y justo allí comienzan las contradicciones en el seno de la oposición. Ya hemos dejado por sentado, lo difícil que resultaría hablarle al país desde el pensamiento agotado de la “derecha tradicional” opositora; por lo que, el gran reto planteado está en construir un discurso desde la izquierda, que reivindique al pueblo desde una visión socialista-democrática y de participación para el país; que rompa con el actual modelo de capitalismo de estado, en su versión desarrollista-populista y del socialismo burocrático, al mejor modo de la revolución cubana y del stalinismo ramplón, como diría Domingo Alberto Rangel (padre).
Para los que pretendemos este reto, se nos plantean dos cosas: En primer lugar, una urgente revisión y mirada a tales postulados, que permitan alimentar nuestro discurso-acción, y dotar al accionar público y nuestros programas de esta cosmovisión; En segundo lugar, afianzar un liderazgo que haga posible esta tarea. Por supuesto que, esto implica desde el “líder principal”, hasta el liderazgo que debe articularse como red en cada rincón del país. Pues dejemos claro, que aunque es necesario romper con cualquier mesianismo, es necesario e imprescindible que dicha alternativa cuente con una cara visible y reconocida, que articule, genere credibilidad y de confianza.
Muchas ideas siguen inacabadas, así que el camino sigue siendo largo… pero quería compartir estas impresiones con los amigos.
Félix Farías
11/12/2009.

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